
"Y Morgana se vio como debían verla... pequeña, oscura, con el bárbaro signo azul en la frente, el blusón embarrado hasta las rodillas, los brazos indecentemente desnudos, los pies sucios y el pelo suelto. Pequeña y fea como los del pueblo de las hadas. Morgana de las Hadas. Así se burlaban de ella desde la niñez. Se despreció, aborreciendo su pequeño y oscuro cuerpo, los miembros medio desnudos, la embarrada piel de ciervo. Cogió la húmeda falda del matorral y se la puso, súbitamente consciente de su desnudez, colocándose la sucia piel de ciervo...
... y sintió un acceso de cólera tan fuerte que creyó que iba a desmayarse. Supo que aquella cólera le duraría hasta la muerte. Y en aquel momento terrible, la deseó. Todo color había desaparecido, perdiéndose en las nieblas..."
(Marion Zimmer Bradley: Experta en magia. Las Nieblas de Avalon)
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