domingo, 13 de marzo de 2011

Un amor de Shakespeare: The dark lady





Soneto 30

My mistress’ eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips’ red;
If snow be wihte, why the her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head.
 
I have seen roses damasked, red and white,
But no such roses see I in her cheeks,
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks.
 
I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound.
I grant I never saw a goddess go;
 
My mistress when she walks treads on the ground.
And yet, by heaven, I think my love as rare
As any she belied with false compare.


Los ojos de mi amada no son nada comparados con el sol;
el coral es más rojo que el rojo de sus labios;
si blanca es la nieve, por qué sus senos son morenos;
si los cabellos son hebras, hebras negras crecen en su cabeza.
 
He visto rosas de Damasco, rojas y blancas,
pero no he visto tales rosas en sus mejillas,
y en algunos perfumes encuentro más deleite
que en el aliento que mi amada difunde.
 
Amo oírla hablar, aunque bien sé
que la música tiene sonidos mucho más placenteros.
Confieso que jamás vi andar a una diosa;
 
mi amada, cuando camina, va pisando tierra.
Y, sin embargo, por el cielo, mi amor es tan extraordinario
que su superioridad desmiente cualquier falsa comparación.

(W. Shakespeare)

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